lunes, 20 de abril de 2009

SEPAN DISCULPAR


Disculpen los poquísimos lectores de este blog: el escrito que tengo para subir hoy es demasiado triste. Por sobre todas las cosas me provoca un miedo atroz, al punto de ni siquiera animarme a escribirlo. Todas las metáforas resultaron vacías: no sirvió la lluvia, el silencio también se precipitó inútil. Tengo todos los huesos quebrados.

Disculpen la escasa hidalguía: quisiera estar lejos del todo, en el espacio y en el tiempo. Distante pero inalcanzable. Invisible por no creerme inexistente, pero prefiriéndolo. Esos oscuros lugares, esas tremendas horas que no sé dónde están también me provocan un miedo atroz. Y llorar se puede llorar en cualquier parte.

Disculpen la falta de hombría: nunca me creí un caballero y mucho menos ahora. Para mí que ella es totalmente inconsciente: no tiene ni la más remota idea de la belleza que posee. Y viéndome al espejo me doy por enterado: mis granos, mi barba desprolija, mis ojos estrábicos, mi pera puntiaguda, mi nariz torcida no la van a convencer de nada.

Disculpen la falta de sinceridad: ¿Quién pudiera ser sincero? Es que me avergüenzo. Entonces escojo la liviandad sólo para no mostrarme desencajado de mí; pensando tácitamente que oculto, tal vez, escape de algo y de alguien. Elegiría la ambigüedad, pero me abraza la ambivalencia y me pasan todas las tristezas en concreto.

Disculpen la sensación de rechazo: no sé, en verdad, si es tal. Juega conmigo, un poco, el desprecio. Un dolor inmenso me toca el hombro para que voltee y lo mire a los ojos. Yo le huelo el perfume y no lo miro porque me resulta aterrador. Pero insiste con ir a dar un paseo de lo más otoñal que alguien pueda imaginar.

Disculpen la soledad: sólo por estar solo.

Disculpen la ausencia: sólo por estar ausente.

Disculpen la quietud: es culpa del pánico.

Disculpen el temblor de mi voz: es el ahogo.

Disculpen el llanto: es llanto. Y es lo único que tengo de sincero. (Pero además necesito ir a lavarme las manos, en un desesperado intento por olvidar algo).

Sepan disculpar si dejo vació este espacio: el vacío es mío. Tan mío como el temor que me acompaña, como la tristeza que me habita, como la soledad que me abraza, como la ausencia en la que estoy permaneciendo o el dolor que me sigue invitando. Tan mío como mías son estas lágrimas que se me escurren de todas las partes del cuerpo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

franco, te conozco bastante y te dirè que me encanta como eres,tierno,amoroso,educado,todo un caballero.alma noble como pocas y con esa infinita esperanza que tienes pero que ves tan lejos.sè feliz con lo que tienes,y sigue buscando-no me habìa dado cuenta que heras estràbico.ni que tenìas la nariz torcida, lo de la barba es asunto tuyo, para resolver cada dìa.

Buen vino dijo...

Ni da hacer comentarios sin darse a conocer, o al menos ese tipo de comentarios... Espero se de a conocer usted.